La novena: la volea de Zidane… y mucho más


Todos alguna vez hemos visto aquella volea, ese disparo que podría estar enmarcado en museos de alto prestigio artístico como el Louvre o el Prado, ese gol de Zinedine Zidane que daba la novena al Real Madrid y que dejaba para el recuerdo una de las mejores actuaciones individuales en la historia de las finales de Champions. Pero durante esa final en Hampden Park allá por el 2002 ocurrieron muchos detalles, unos más notorios que otros.

Todo daba comienzo el 15 de mayo de 2002, fecha en la que se iban a enfrentar el Real Madrid de los Galácticos frente al sorprendente Bayer Leverkusen en Escocia por ver quien se proclamaba campeón de Europa. El equipo español, que a primera vista poseía una plantilla de superior nivel y era el favorito, venía de apear de la competición a su máximo rival, el Barcelona, y a un gran Bayern de Münich; por otra parte, el Bayer Leverkusen, que tenía una plantilla algo menos asombrosa pero con jóvenes estrellas como Lúcio o Ballack, aparecía en una final de Champions por primera vez en su historia después de haber eliminado a los dos grandes ingleses, el Liverpool y el Manchester United. El espectáculo estaba servido.

La final ni mucho menos decepcionó, pues antes de que el reloj del colegiado marcase el minuto 10, Raúl González Blanco ya había ganado la espalda de la defensa alemana tras un saque de banda inteligentísimo de Roberto Carlos y conseguía anotar el primer tanto de la noche (con algo de ayuda del guardameta Butt). 5 minutos después, en el 13 de partido, Schneider ponía un auténtico caramelo en el área chica del Madrid que Lúcio no desaprovechó y mandó al fondo de la red, poniendo de nuevo las tablas en el marcador. Todo esto antes del cuarto de hora de partido.

La final seguía su transcurso, en ella el Bayer 04 empleaba sus armas y jugaba su fútbol mientras que el Real Madrid se encomendaba a sus estrellas en la parcela ofensiva. Cuando todo parecía que se iba a decidir en la segunda mitad, Roberto Carlos volvía a aparecer para colgar un centro algo rocambolesco que para sorpresa de muchos y alegría del madridismo Zinedine Zidane iba a empalar como nadie nunca antes había hecho, logrando así uno de los goles más bonitos marcados en las finales de Champions, mismo gol que a posteriori le iba a otorgar la novena al Real Madrid. Con este 2-1 se iban a marchar los jugadores al vestuario, mismo resultado que consiguió aguantar el equipo merengue y terminó dándole el título europeo.

Durante lo que quedaba de partido Zizou siguió jugando un fútbol de salón, en el que la calidad y el glamour brillaban por sí solos y demostraban que futbolistas como el mago francés iban a haber pocos. Las pisadas, las conducciones, los ofrecimientos y la detección de espacios eran signos de que ZZ se había vestido de gala para la ocasión, pues su fútbol era de una elegancia suprema.

A todo esto, durante este partido ocurrieron otras cosas que, aunque no consiguieron opacar la masterclass del dorsal número 5, también quedaron grabadas en la retina del aficionado, pues entre otras cosas la lesión en el 68 de César hizo debutar a un joven portero de Móstoles llamado Iker Casillas, y el resto es historia. Sus paradas en los últimos minutos, donde el Bayer Leverkusen se volcó por completo y gozó de sus mejores ocasiones, fueron de una jerarquía y madurez impropias de un chaval tan joven, cosa que ya nos hacía vaticinarle un futuro asombroso a San Iker. Además, y algo de lo que tal vez no se recuerde toda la gente, el guardameta del Bayer 04, Hans-Jörg Butt, que ya había marcado en esa Champions ante la Juventus y era un excelentísimo lanzador y parador de penaltis, tuvo una ocasión en los compases finales del partido que se quedó a nada de ser el primer gol de un portero en toda la historia de las finales de Champions.

La final del 2002, en especial quedará grabada para los madridistas, pues fue la primera del siglo XXI y la que precedió a la gran época europea de este siglo, pero no hay duda de que es una final extremadamente histórica y será recordada de por vida por todos los amantes del fútbol, pues un gol de tales dimensiones acompañado de todos estos sucesos no ocurre todo los días.