El Real Madrid de las remontadas ya existía en el 2016


En la mente de todos los amantes del fútbol todavía vive la pasada edición de la Champions League, que gracias a las gestas del Real Madrid, entre otros, resultó ser una de las ediciones más increíbles y excitantes de toda la historia. El conjunto merengue consiguió algo asombroso a la vez que improbable en cada una de las rondas eliminatorias del torneo, cosa que hizo creer a todo futbolero que el Real Madrid “tenía algo”, una especie de aura o gen competitivo que les hacía prácticamente invencibles. Pues bien, esto no tiene que ver con una sola temporada ni con una sola edición de la Champions, pues desde hace mucho tiempo las remontadas son uno de los estandartes de la institución blanca.

En este caso viajamos poco más de un lustro atrás, concretamente en la temporada 2015/2016, donde en la ciudad de Wolfsburgo, iba a tener lugar una batalla por una plaza entre los cuatro mejores equipos de Europa. En el Volkswagen-Arena se iban a ver las caras el Wolfsburg de Dieter Hecking y el Real Madrid de Zinedine Zidane.

La encerrona de Wolfsburgo

Los alemanes llegaban con una dinámica irregular, sembrando ciertas dudas en liga y centrando todos sus esfuerzos en la competición continental; por otro lado, el club español se presentaba a la ida de la eliminatoria con velocidad de crucero, ganando todo y con un Cristiano Ronaldo desatado.

Todo parecía estar hecho a medida del equipo español, que concebía al Wolfsburgo como un rival de menor bagaje europeo y al que podían apear del torneo de manera sencilla, pero nada más lejos de la realidad. Y es que los lobos hicieron honor a su apodo y salieron con una mordida y voracidad tremenda en los primeros minutos del primer choque, cosa que propició dos goles de los locales, uno de penalti por parte de una de las grandes estrellas del equipo, el suizo Ricardo Rodríguez, y otro que tendría como autor al joven prospecto alemán Maximilian Arnold. El Real, a pesar de intentarlo incisivamente durante gran parte del partido, no fue capaz de batir a Diego Benaglio y se fue a la capital española con un resultado en contra de 2-0.

Tras lo sucedido, la prensa española y gran parte de la opinión pública se vistieron con el traje de la parcialidad y tomaron como objeto de burla a los merengues, afirmando que era una auténtica vergüenza perder contra un equipo de ese calibre. Esto desacreditaba por completo al Real Madrid, y sobre todo, menospreciaba la gran actuación de un equipo plagado de jóvenes cracks y grandes jugadores como lo era el Wolfsburgo.

Aroma a remontada en la vuelta

No obstante, una vez llegado el día de la vuelta, en el Santiago Bernabéu se respiraba un aroma diferente al de las pasadas semanas, un aroma a esperanza, a gesta, a noche grande. Y en el momento en el que el árbitro de la contienda Viktor Kassai dió inició al partido esto se vió reflejado en el césped, donde el Madrid, emulando el carácter del Wolfsburgo en los primeros minutos de la ida, acorraló por completo a los alemanes y les endosó dos goles en menos de 20 minutos, ambos obra de Cristiano Ronaldo. La eliminatoria ya estaba igualada y con esto, la balanza estaba claramente inclinada del lado blanco. En la segunda mitad, la ofensiva merengue no cesó, pero no fue hasta el 77’ cuando el crack luso sacó un golpeo excepcional desde un libre directo y consiguió el hat-trick, y con este la remontada del Real Madrid.

Una vez superada esta eliminatoria, el resto es historia, pues en semifinales se vieron las caras con el Manchester City, al que apearon por 1-0 en el global, y se plantaron en la final contra su gran rival de la capital, el Atlético de Madrid, al que volvieron a vencer en una final de Champions, logrando así la undécima orejona.

Aunque a muchos les parezca una remontada normal y corriente como muchas otras, se cree que es una de las remontadas más bonitas y con más consecuencias de la historia de la competición continental, pues algunos amantes de la mística y el fútbol señalan esta eliminatoria como una de las semillas principales de este aura que se ha construido sobre el Real Madrid durante estos últimos años, aura que en gran medida les ha llevado a ganar 5 de las últimas 10 ediciones, 4 de ellas seguidas.